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La NRA muestra su poder, pero crece el rechazo por tiroteos

El listado de aspirantes a la candidatura republicana a la presidencia que acudieron en gran número a la convención anual de la Asociación Nacional del Rifle refleja el poder político de los defensores del derecho a poseer armas, a pesar de la disminución de los ingresos del grupo y un movimiento opositor cada vez más elocuente a medida que continúan ocurriendo tiroteos masivos en Estados Unidos.

Incluso en medio de agitación interna y problemas jurídicos, la cultura de poseer armas y el movimiento que la NRA (siglas en inglés de la asociación) ayudó a construir siguen siendo formidables. Y el histórico fallo que la Corte Suprema emitió sobre la Segunda Enmienda constitucional el verano pasado le ha dado nueva fortaleza a activistas por los derechos relacionados con las armas de fuego, que intentan invalidar las restricciones a su uso en todo el país.

«Por un lado, el movimiento por los derechos relacionados con las armas de fuego nunca ha sido más fuerte», dijo Adam Winkler, profesor de derecho de la Universidad de California, campus Los Ángeles, que escribió el libro «Gunfight: The Battle over the Right to Bear Arms in America» («Tiroteo: la batalla por el derecho a portar armas en Estados Unidos»). Pero «una de las cosas interesantes acerca de este momento es que la NRA, de ciertas formas, nunca ha enfrentado más incoherencia organizacional y desorden».

La convención de este año se llevó a cabo del 14 al 16 de abril, apenas unos días después de balaceras en una escuela en Nashville, Tennessee, y un banco en Louisville, Kentucky, este último el 15to tiroteo masivo en Estados Unidos en la que cuatro o más personas fueron asesinadas además del agresor, según una base de datos que llevan The Associated Press y el periódico USA Today en asociación con la Universidad del Noreste. Esa ha sido la mayor cantidad durante los primeros 100 días de un año calendario en el país desde 2009, cuando ya habían ocurrido 16 tiroteos de este tipo para el 10 de abril.

«Nadie quiere ver la violencia que se ve en escuelas y otros lugares en la actualidad», le notificó Randy Corner, instructor en el manejo de pistolas y fusiles para la NRA radicado en Waynesburg, Pensilvania, a The Associated Press durante el evento. «Pero no creo que el quitarle las armas a los ciudadanos ordinarios vaya a cambiar nada de eso para nada».

El evento en Indianápolis atrajo a gran cantidad de republicanos, incluidos el expresidente Donald Trump y el exvicepresidente Mike Pence, rivales potenciales por la nominación a la candidatura presidencial republicana para 2024. Se comprometieron a defender la Segunda Enmienda constitucional y rechazaron la idea de que las restricciones a las armas sean la solución para acabar con la violencia en las calles.

Se llevó a cabo también en un momento en que la NRA lidia con las consecuencias de pugnas internas y demandas.

El año pasado, un juez determinó que la demanda de la procuradora general de Nueva York, Letitita James, en la que acusa a ejecutivos de la NRA de irregularidades financieras puede proceder, a pesar de que el juez también rechazó el intento de James de hacer desaparecer a la asociación. Ésta solicitó protección gubernamental por bancarrota en 2021, pero un juez sobreseyó ese caso, al fallar que no había sido incoado de buena fe.

Hace cinco años, la NRA tenía un déficit de 36 millones de dólares debido a gastos suntuosos, a lo que siguieron demandas interpuestas por sus propios miembros, al igual que por los procuradores generales de Nueva York y Washington, D.C.

En los años que han pasado desde entonces, el grupo parece haber salido de un agujero financiero, pero no debido a la llegada de dinero en efectivo, dijo Brian Mittendorf, profesor de contabilidad en la Universidad del Estado de Ohio que ha estudiado las finanzas del grupo. Los ingresos cayeron 4% en 2020, y 18% al año siguiente, halló. La NRA recortó sus gastos en programas de muchos años, entre ellos para educación y entrenamiento, tiro deportivo e iniciativas policiales, agregó Mittendorf.

Su fuente primaria de ingresos siempre ha sido el pago de cuotas de sus miembros, pero esa base también ha declinado en los últimos años, y los recortes a los programas podrían hacer más difícil el atraer a nuevos integrantes, señaló Mittendorf.

«A pesar del hecho de que han reducido su alcance de operaciones, aún no están obteniendo suficientes ingresos para cubrir sus gastos. Así, eso deja entrever que algo tiene que cambiar en esta organización».

De todas formas, una parte muy importante de la influencia de la NRA ha sido su capacidad para movilizar a la gente a oponerse al control de armas al crear una identidad social en torno a la propiedad de éstas, dijo Matt Lacombe, profesor de ciencias políticas de la Universidad Case de la Reserva Occidental y autor del libro «Firepower: How the NRA Turned Gun Owners into a Political Force» («Potencia de fuego: cómo la NRA convirtió a los propietarios de armas en una fuerza política»). Y las personas se sienten motivadas a oponerse a los intentos que sienten como una amenaza a parte de su identidad, señaló.

«La NRA fue responsable de crear esa identidad, pero ahora es algo que existe en el mundo hasta cierto punto en forma independiente a la Asociación Nacional del Rifle como organización», indicó. «Así, si la NRA fuese a reconocer su derrota en el futuro o a quebrar, ello no significa que este colectivo de personas que son dueñas de armas y que en gran medida ven la política a través de este lente de ser propietario de armas vaya a desaparecer, al menos no de la noche a la mañana».

Un portavoz de la NRA dijo que la organización tiene «solidez financiera y es tan efectiva como siempre en su misión de proteger la Segunda Enmienda, a pesar de los efectos de la pandemia, la debilidad de la economía y otros factores que han afectado a tantas corporaciones y organizaciones».

«La ‘desaparición de la NRA’ es una narrativa falsa y desesperada, una de la que hemos oído hablar año tras año durante décadas», comentó el portavoz Andrew Arulanandam en un comunicado por correo electrónico. «Y a pesar de ello, la fortaleza de esta organización fue palpable en su totalidad… cuando casi 80.000 personas se reunieron en Indianápolis para celebrar a la Asociación y escuchar a casi todos los candidatos presidenciales partidarios de la Segunda Enmienda».

Las ventas de armas en Estados Unidos subieron a niveles sin precedentes durante la pandemia de COVID-19, y Florida se convirtió en el estado más reciente en eliminar los requisitos para que las personas obtengan un permiso que las faculte a portar un arma oculta.

Mientras tanto, la así llamada decisión Bruen de la Corte Suprema en junio —sobre un caso incoado por una filial de la NRA— ha impulsado a activistas por el derecho a portar armas a interponer una ráfaga de impugnaciones a las restricciones a las armas en todo el país. Los jueces ya han puesto de relieve el fallo —el cual modificó la prueba que tribunales inferiores usaron durante largo tiempo para evaluar las impugnaciones a las leyes sobre armas— con el fin de declarar inconstitucionales las medidas diseñadas para mantener las armas fuera de las manos de abusadores domésticos y demandados encausados por delitos graves, entre otras leyes.

Sin embargo, en la última década el movimiento por el control de armas se ha convertido en un creciente contrapeso.

«Besar el anillo de la NRA podría ayudar a los aspirantes presidenciales republicanos a ganar unas primarias, pero será el beso de la muerte en unas elecciones generales en donde una clara mayoría de electores están a favor de medidas de sentido común por la seguridad con respecto a las armas», dijo John Feinblatt, presidente de Everytown for Gun Safety, un grupo que pugna por el control de armas, en una declaración enviada por correo electrónico.

El verano pasado, el Congreso aprobó su primera ley de envergadura sobre armas en décadas, incrementando las verificaciones de antecedentes del FBI para compradores menores de 21 años y enviando millones de dólares nuevos a servicios de salud mental para niños y escuelas.

El gobierno del presidente Joe Biden también ha endurecido las disposiciones sobre las así llamadas armas fantasma —que no cuentan con número de serie y son irrastreables— y las abrazaderas estabilizadoras, un accesorio utilizado en al menos dos tiroteos masivos. Biden también ha promulgado órdenes ejecutivas que amplían la verificación de antecedentes de las personas que quieren comprar un arma, y ha pedido volver a aplicar la prohibición a las así llamadas «armas de asalto», o ciertos fusiles semiautomáticos.

De todas formas, las perspectivas políticas para que ese paso se concrete se ven débiles a lo mucho. Y el director general de la NRA, Wayne LaPierre, especificó claramente durante su discurso en la convención que el grupo movilizará a sus partidarios para combatir esas iniciativas.

«Los políticos que odian las armas nunca deberían irse a la cama sin miedo a lo que esta asociación, y todos nuestros millones de miembros, les pueden hacer a sus carreras políticas», manifestó.