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Carín León está listo para demostrar que es el ‘eslabón perdido’ entre el regional mexicano y el country

 A estas horas, la mayoría de la gente debería estar dormida. Pero en el emblemático Palenque de la Feria de San Marcos, Carín León ya va por la tercera hora de show, cantando sin parar mientras camina de un lado a otro por el pequeño escenario redondo, como león enjaulado.

Los palenques, originalmente concebidos para peleas de gallos, ahora se usan como recintos de conciertos donde el diseño circular deja al artista en sorprendente proximidad al público, sin barreras ni vallas de seguridad. Pero hacer palenques es casi que obligatorio para los artistas mexicanos, incluso superestrellas como León — un tipo alto que se ve aún más imponente con su inseparable sombrero vaquero de copa alta.

Unas 6.000 personas lo rodean en graderías empinadas tipo arena que permiten que cualquier puesto tenga una vista no obstruida del escenario. Está acompañado por casi 30 músicos que incluyen una banda norteña con guitarras eléctricas, banda sinaloense, coristas, tecladistas. Es una especie de caos organizado donde todos se pasean, beben, hablan entre ellos y regresan al escenario como si nada. Y León, al frente de todo, va de los corridos y baladas norteñas al country y el rock and roll como si fuera lo más natural del mundo.

“Un palenque es lo más mexicano, creo, que pueda haber en música. La verdad yo siempre le digo a la gente, ‘tienes que ver a tu artista en un palenque para comprender lo que es la experiencia’”, me dice León unas horas antes del show. Él lleva años tocando en este circuito, como lo hacen casi todos los artistas del regional mexicano. Son lugares de fiesta, de beber y bailar, donde se prueban sonidos nuevos. Es casi un rito.

“Los artistas también apreciamos mucho la experiencia”, agrega. “Nos encanta, porque tienes la gente ahí cerquita. Puedes llegar a estar con la gente ahí, a tomar con ellos unos tragos. Es muy bonito. Es una comunión de artista-público muy interesante que le da otro giro al show”.

Estamos hablando entre tragos de tequila y cerveza en una casa campestre a las afueras de Aguascalientes. A pesar del calor de la tarde, León no se quita el sombrero. Se ve imponente con sus botas y chaqueta negra con hebillas. Habla bajito, pero con seguridad. A sus 35 años, este referente de la música mexicana se mueve con soltura entre el español y el inglés — un idioma que habla bien pero con el acento de alguien que aprendió no en el salón de clases sino de oído, transcribiendo letras a mano.

“Siempre tenía problemas con mi acento cuando cantaba, pero no quería perderlo porque es lo que me hace único”, dice León. “Yo soy muy de que la música esté bien, de pulirla, de afinarla. Pero venimos de los 2000s donde la música era perfecta. Ahora, se valora mucho lo natural, y eso incluye el acento”.

Aunque León es un artista del regional mexicano —que abarca estilos como el norteño, banda y ranchero— le encanta colaborar con músicos de otros géneros y meter a su música sonidos de todo el mundo: flamenco español, vallenato, salsa colombiana, reggaetón boricua. Esa mezcla inesperada ha conectado con un público cada vez más grande.

En 2024, su gira Boca Chueca incluyó 81 fechas en palenques, arenas y estadios por Estados Unidos y América Latina. De los más de 1,2 millones de boletos vendidos, 374.000 se reportaron a Billboard Boxscore, generando más de 51 millones de dólares y colocándolo entre los más taquilleros del año. Este año tocará otras 40 fechas, incluyendo estadios en Chile y Colombia, arenas en España y teatros en Alemania. Es un logro poco común en un género cuyas giras se concentran más que todo en Estados Unidos y México.

Pero León ha roto más que fronteras geográficas. El año pasado, después de lanzar sencillos con Kane Brown (country) y Leon Bridges (soul), se convirtió en el primer artista que canta principalmente en español en presentarse en Stagecoach, el festival country más grande de Estados Unidos, apenas meses después de su debut en el Grand Ole Opry. Y el 6 de junio de este año hizo historia otra vez, cantando en el CMA Fest con Cody Johnson, quien lo invitó a interpretar juntos “She Hurts Like Tequila”, su dueto bilingüe, en el Nissan Stadium de Nashville.

“Lo que más me impresionó fue lo fácil que fluyó todo”, dice Bridges sobre trabajar con León. “Venimos de mundos distintos, pero la emoción, las historias… eso es lo que compartimos. Fue una colaboración honesta. Estar en su mundo allá en México me recordó lo poderosa que es la música para conectar a la gente”.

La verdad es que León, desde un punto de vista puramente comercial, no necesita arriesgarse para triunfar. Solo en los últimos cinco años ha colocado tres álbumes en la lista Top Latin Albums de Billboard, incluyendo Colmillo de Leche (2023) y Boca Chueca, Vol. 1 (2024), ambos en el No. 8. Tiene tres No. 1 en el chart Latin Airplay, siete en Regional Mexican Airplay y ha colocado 19 canciones en el Hot Latin Songs, incluyendo tres top 10s. Además, es un colaborar en alta demanda que ha grabado con todo el mundo, desde Camilo, Maluma y Kany García en el mundo pop, hasta españoles como C. Tangana, Manuel Carrasco y El Cigala, leyendas como Pepe Aguilar y Alejandro Fernández, y estrellas de la nueva generación mexicana como Gabito Ballesteros y Grupo Firme.

Pero León va más allá del éxito comercial. Tiene claro lo que le gusta y lo que quiere hacer. Esa seguridad es la base del plan que tienen él y su mánager, Jorge Juárez, para convertirse en un artista global. En el último año, se han enfocado en la música country con la esperanza de convertirse en un puente entre dos géneros que son sorpresivamente parecidos pese a su diferencia de idiomas. 

“Es algo que me llena de mucho orgullo y algo que nos ha costado muchísimo como mexicano, como latino, llegar al centro a la médula de todo este movimiento country”, dice León. “Poder conocer a la industria y empezar a menear los hilos para servir de este eslabón perdido entre el regional mexicano y la música country”.

La primera vez que intento de servir de eslabón fue en 2019, cuando sacó una versión country/regional de “More Than Words” de Extreme, en inglés y español. Hoy tiene más de 14 millones de reproducciones en Spotify, pero “en ese momento nadie le puso mucha atención porque tenía mil cosas encima”, dice. Fue una movida atrevida, especialmente porque León no era la estrella que es hoy. Pero, para él, el riesgo valía la pena.

“Fue la excusa perfecta para mostrar algo diferente”, dice. “Y fue increíble. Fue muy liberador. Porque yo estaba atrapado en esta caja de lo que era el regional mexicano en ese entonces, y hacer esta unión fue muy divertido para mí”.

Tiene razón. El country y el regional son primos. Ambos géneros se centran en contar historias, usan guitarras acústicas y sus artistas comúnmente llevan botas, sombreros y chaquetas con flecos. Y aunque vienen de culturas distintas, como dice León, son géneros de raíz.

Aunque otros latinos ya han probado suerte en el country, no hay ninguno como Carín, que llegó con todo el peso de su fama en el mundo latino. Desde su dueto con Kane Brown en “The One (Pero No Como Yo)”, ha pasado semanas en Nashville grabando un disco country con grandes nombres, que verá la luz en 2026.

Y eso le viene bien a la industria country. Según un estudio de la Asociación de Música Country (CMA, por sus siglas en inglés), la audiencia latina que escucha country cada semana subió de 25% en 2021 a 36% en 2024. “Y justo cuando buscábamos cómo conectar con ese público, apareció Carín”, cuenta Jordan Pettit, vicepresidente de relaciones artísticas y de industria de Grand Ole Opry Entertainment. 

Al debut de León en el Opry en el 2024 “vino mucha gente, más que de costumbre”, recuerda Pettit. “El show mismo superó todas mis expectativas”. Se supoonía que León tocara tres canciones, como se acostumbra, pero el público pidió más y León les entregó una cuarta. “Solo puedo recordar una o dos ocasiones en mis siete años con el Opry donde se le haya pedido un bis a un artista”, dice Pettit. “Fue realmente increíble ver esos dos mundos chocar”.

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